LA ESFINGE DE GUIZA, HORUS EN EL HORIZONTE KHEPRI-RA-ATUM

La Esfinge de Guiza, fotografía de A. W. Elson & Co (Boston) [ca. 1889]. Complejo funerario de Kefrén [Khaefra]. Bajo las arenas de Kemet. Arquitectura antiguo Egipto

La Esfinge de Guiza, fotografía de A. W. Elson & Co (Boston) [ca. 1889]

 

 En la meseta de Guiza encontramos una de las obras de arte más famosas, misteriosas e impresionantes de todos los tiempos, la Esfinge. Poseedora de su propio simbolismo e historia, este ser, protector de la necrópolis donde descansaron Keops, Kefrén y Micerinos, monarcas de la IV dinastía [2575-2465 a.C.], se yergue majestuoso desde hace más de 4.500 años.

Mapa del antiguo Egipto. La meseta de Guiza con las pirámides de Keops [Khufu], Kefrén [Khaefra] y Micerinos [Menkaura]. Bajo las arenas de Kemet. Arquitectura antiguo Egipto

Mapa del antiguo Egipto [© Sandra Pajares]

 La autoría de la Esfinge ha sido motivo de división entre quienes opinaban que fue obra de Keops, propietario de la primera de las pirámides que se edificaron en Guiza, y quienes le otorgaban el mérito a Kefrén, hijo de éste. El hecho de no poseer documentos ni inscripciones que hablen del autor de la obra, ponía más en duda quién fue el responsable de su talla. Aun así, en la actualidad cada vez son más los expertos que aseguran que el rey que ordenó su realización fue Kefrén, ya que los edificios que acompañan a la Esfinge pertenecen a la época de este monarca.

 La ciencia también ha ayudado a concretar quién fue el autor de la Esfinge, y el geólogo Thomas Aigner lo demostró en sus investigaciones en 1980 llevadas a cabo junto al egiptólogo Mark Lehner. Varios estudios estratigráficos realizados por el científico de la geología donde se ubica la Esfinge y de los bloques de caliza que se utilizaron para construir el templo del valle de Kefrén, llevaron al experto a asegurar que los bloques del templo fueron extraídos de la parte superior del cuerpo de la escultura. Por si esto fuera poco, parte de los bloques empleados en el propio templo de la Esfinge son reconocibles (por una serie de bandas de color) como procedentes de la parte de debajo del pecho de la misma. Con estos datos se demuestra que los bloques que se iban eliminando durante los trabajos de talla de la Esfinge, fueron utilizados para la edificación de, al menos, los templos de Kefrén que se situaron junto a ella.

 Conociendo estos datos, parece más que claro que es Kefrén a quien debemos agradecerle la creación de semejante obra. Este monarca gobernó las Dos Tierras entre 2.572 y 2.546 a.C., y sucesor de Djedefre, hermano, al menos, por parte de padre. A diferencia de Djedefre, para su complejo funerario Kefrén eligió descansar cerca de su padre, en la meseta de Guiza, y aquí erigió su complejo piramidal, con la segunda pirámide más grande de Egipto, así como la Esfinge y el templo de esta.

La Esfinge de Guiza. Complejo funerario de Kefrén [Khaefra]. Bajo las arenas de Kemet. Arquitectura antiguo Egipto

La Esfinge de Guiza [© Diego Delso/ Wikimedia Commons]

  • Ubicación

 Situada al este de la meseta, la Esfinge fue tallada junto al lado norte del principio de la calzada de Kefrén, la cual unía el templo funerario y el templo del valle del monarca. Este último se encuentra, a su vez, al lado del propio templo de la Esfinge [frente a la escultura].

Planta del complejo funerario de Kefrén, la esfinge de Guiza. Bajo las arenas de Kemet. Arquitectura antiguo Egipto

Planta del complejo funerario de Kefrén [© Sandra Pajares]

 Con 20 m de altura y 73 m de largo, la Esfinge es una escultura gigante tallada en la roca de la necrópolis. A simple vista podemos apreciar una desproporción entre la cabeza y el cuerpo, debido a que la propia roca en la que está tallada tiene diferentes calidades y grietas que hicieron a los artesanos responsables de tallarla variar sus proporciones, evitando así algunas grietas que pudiesen acabar dañando la escultura. La cabeza, más pequeña de lo que debería, está tallada sobre una parte de la roca de mejor calidad, mientras que el cuerpo, más alargado de lo normal, está sobre roca blanda. Por si esto fuera poco, la geología de la base de la escultura es de gran dureza debido a que está formada por una base petrificada de arrecifes y fósiles marinos.

Panorámica de la Esfinge con la pirámide de Keops al fondo. Complejo funerario de Kefrén [Khaefra]. Bajo las arenas de Kemet. Arquitectura antiguo Egipto

Panorámica de la Esfinge con la pirámide de Keops al fondo [© Kallerna]

  • Simbología

 La Esfinge, con forma de león con cabeza humana, representaría, al menos de manera idealizada, a Kefrén. En su cabeza aún se ven algunos de los emblemas de la realeza, como el nemes [el tocado] y el uraeus [la cobra Uadyet] sobre su frente. Antiguamente habría contado además con la barba, hoy desaparecida y conservada una parte en el British Museum de Londres.

Fragmento de la barba de la Esfinge conservado en el British Museum. Complejo funerario de Kefrén [Khaefra]. Bajo las arenas de Kemet. Arquitectura antiguo Egipto

Fragmento de la barba de la Esfinge conservado en el British Museum

 Para los antiguos egipcios el león, además de representar a la monarquía, era un arquetipo solar e incluso, en muchas ocasiones, fue considerado como el guardián de los lugares sagrados. En Heliópolis, además de adoptar esta creencia y convertir al león en guardián de las puertas del inframundo de los horizontes este y oeste, creían que el rey, una vez muerto, se transformaba en dios-sol. Por este motivo la Esfinge podría querer representar al monarca tanto como dios solar como al león guardián de la necrópolis de Guiza.

 Además de esta consideración solar y de guardián, es incuestionable el hecho del poder del león como animal. Uniendo este animal con la cabeza del monarca también se podría querer inmortalizar el poder de la naturaleza salvaje del león unido al raciocinio del monarca, quien controlaría ese poder natural y sería el garante, gracias a estos dos polos opuestos, de que se cumpliera la Maat [el monarca era el responsable de que esta Maat, este orden cósmico, estuviera garantizado en todo Egipto].

 Hay autores que afirman, a su vez, que el hecho de tener un templo [con connotaciones solares] frente a ella, hace que la esfinge, como imagen del rey, muestre al monarca en actitud de entregar ofrendas al dios sol [representado en el templo]. Sería una interpretación, a gran escala, de las esfinges que, con un recipiente entre sus patas, simbolizan la ofrenda del contenido de este.

 En el solsticio de verano, y en los días cercanos a él, el sol, visto desde el templo de la Esfinge, se pone justo entre las pirámides de Keops y Kefrén, formando, de manera deliberada o por azar, el signo jeroglífico del akhet, “horizonte” [un sol entre dos montañas]. Algo curioso de este hecho es que la pirámide de Keops era conocida en la antigüedad como Akhet Khufu, “el Horizonte de Khufu” [Keops], y que este nombre también fue dado, en determinadas ocasiones, a toda la necrópolis de Guiza.

  • La Esfinge en la Antigüedad

 Tallada durante el Reino Antiguo, se cree que el culto a la Esfinge nunca llegó a realizarse durante la IV dinastía, ya que después de su creación cayó, en cierta forma, en el olvido. Más tarde, durante el Reino Nuevo [unos 1000 años después de su creación] los egipcios comienzan a denominarla Hor-em-akhet, “Horus en el Horizonte”, adquiriendo así el papel de representación del dios solar Horus [aunque este simbolismo solar es muy probable que ya estuviera presente en el Reino Antiguo].

 De esta forma, la Esfinge se relaciona con el dios Horus, pero no sólo estará relacionada con él, sino que su unión con el astro solar hace que también sea Khepri, el dios solar del amanecer, así como Ra, el dios solar del mediodía, y Atum, el sol del atardecer. De hecho, esto se hace patente en la “Estela del Sueño” de Tutmosis IV, donde la Esfinge le dice al monarca: “Yo soy tu padre, Horus en el Horizonte Khepri-Ra-Atum”. Confirmando, de esta manera, su carácter solar absoluto.

 Durante el Reino Nuevo las inscripciones llaman al santuario de la Esfinge, situado entre sus patas, Setepet, “el Elegido”, y se sabe que, a partir de este momento en el primer año de reinado los monarcas acudían a él a adorar a la Esfinge y ser confirmados en su posición de poder [comenzando una tradición que durará hasta el Imperio Romano].

 En época de Ramsés II, XIX dinastía [1307-1196 a.C], la Esfinge se convierte en centro de peregrinación donde todo egipcio que se lo pudiera permitir acude al lugar y deja en él estelas conmemorativas de su viaje. Algunas de estas estelas muestran una estatua entre las patas de la Esfinge, configuración típica de la XVIII dinastía. En la actualidad nada queda de esa posible estatua pero, de haber existido, ésta habría tenido unos 6 metros de altura.

  • La Estela del Sueño

La Estela del Sueño. Complejo funerario de Kefrén [Khaefra]. Bajo las arenas de Kemet. Arquitectura antiguo Egipto

La Estela del Sueño [© Hiro Komae]

 Datada del primer año de reinado de Tutmosis IV [1401–1391 a.C.] esta estela, de granito rojo y con 3’5 m de altura y 15 T, relata cómo Tutmosis, siendo un joven príncipe, hijo de Amenhotep II, y no destinado a gobernar el trono de Egipto, visita la zona durante unas jornadas de cacería. Uno de esos días decide dormir a la sombra de la Esfinge y se tumba a la altura de su cuello [lo que nos demuestra que ésta se encontraba casi totalmente enterrada]. Durante su sueño, la Esfinge se le aparece y, a cambio de que libere su cuerpo de las arenas del desierto, le promete concederle el trono de Egipto. Tras este relato la estela se rompe, por lo que no sabemos cómo continua el texto, lo que sí tenemos claro es que Tutmosis IV llegó a gobernar después de Amenhotep II. Además de desenterrar la Esfinge, Tutmosis IV realiza la primera restauración añadiendo bloques en algunas partes dañadas del animal, y manda edificar el santuario que encontramos entre las patas de la misma.

  • El templo de la Esfinge

 Como hemos visto, la Esfinge de Guiza cuenta con su propio templo, situado frente a ella y alineado al templo del valle de Kefrén. Aunque los primeros templos solares, en Abu Gurob, aparecen más tarde, durante la V dinastía [2465-2323 a.C.], es el templo de la Esfinge el primer templo de orientación solar asociado a un complejo piramidal [el de Kefrén], así como el único templo de la IV dinastía no edificado para la celebración de cultos funerarios.

Planta del templo de la Esfinge de Guiza, Kefrén. Bajo las arenas de Kemet. Arquitectura antiguo Egipto

Planta del templo de la Esfinge [© Sandra Pajares]

 Situado unos 2’5 metros por debajo de la terraza en la que se esculpió la Esfinge, el templo nunca fue terminado, ya que al ser excavado se encontraron restos de escombros en su interior. La inexistencia de tumbas de sacerdotes en Guiza en las que se mencione que alguno de ellos realizó sus labores de culto en el templo, también es una muestra de que no llegó a terminarse su construcción, quizá por la muerte de Kefrén.

 Una de las características principales de este edificio es que consta de dos santuarios, uno al este y otro al oeste, separados por un patio hipóstilo [patio muy similar al del templo funerario de Kefrén, tanto en su forma con pilares monolíticos de caliza revestidos en granito rojo y con espacios frente a ellos para colocar 10 estatuas del monarca, así como por el uso de alabastro en su pavimento]. En la década de 1960 Herbert Ricke estudió el templo, y la presencia de dos santuarios [probablemente techados, al menos en parte, en la antigüedad], y de un altar en el patio central, le llevó a la conclusión de que éste estaba dedicado al dios sol en sus tres formas como Khepri, Ra y Atum. Si esto era así, los santuarios dedicados a Khepri y a Atum [al este y al oeste respectivamente] techados y en penumbra, habrían contrastado con el patio abierto, repleto de luz y dedicado, según esta teoría, al dios Ra.

 El eje frontal del templo de la Esfinge se alinea con el lado sur de la pirámide de Kefrén, mientras que la propia Esfinge está desviada 7’3 m al norte. Esto provoca que durante los equinoccios el sol se esconda por el lado sur de la pirámide y consiga entrar por el santuario este del templo de la Esfinge, iluminando así la estatua de culto del santuario.

 Majestuosa como pocas, no cabe duda de que la Esfinge de Guiza sigue siendo la mejor protectora de la necrópolis donde descansaron los más famosos monarcas de la IV dinastía.


Este artículo apareció publicado en el número 8 de la revista «Egiptología 2.0».


BIBLIOGRAFÍA 

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 Sandra – bajolasarenasdekemet@gmail.com

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